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EL LIBRO DE JOB El libro que vamos a examinar es el más antiguo del mundo, y compuesto por Moisés antes probablemente del Pentateucos. Por esta sola consideración era acreedor a nuestro más profundo respeto, como los restos arqueológicos de tiempos desconocidos; pero si atendemos al alto origen de esta obra, que se remonta nada menos que a la divinidad, el respeto se convierte en veneración religiosa.

Nosotros, prescindiendo de esta circunstancia que le pone fuera del alcance de la crítica, hablaremos del libro de Job como de una producción del entendimiento humano, como quiera que el Señor, al inspirar sus misterios a los autores de sus sagrados cantos, se acomodó a la capacidad y estilo de cada uno.

Sin embargo, lugar es éste de declarar que los que de literatura religiosa escribimos no miramos la Religión Cristiana y la Biblia como una brillante mitología, cuyos sueños mas o menos espléndidos y apacibles nos proponemos explotar, como ya se dijo de Chateaubriand, para que su magia se refleje en nuestros pálidos escritos: no, si algún mérito pueden tener los que salgan de nuestra pluma es el de brotar del corazón, bañados en él las dulces lágrimas que los consuelos de la fe cristiana hacen asomar a nuestros ojos.

La poesía hebrea tiene como la de todos los pueblos un sello, un carácter peculiar que la distinguen aun entre los mismos orientales. En los monumentos que de ella nos restan, ya derramados en los libros prosaicos de la Biblia, ya formando un cuerpo aparte de ese archivo de las armonías y de los misterios del Señor, apenas hay género alguno intacto, desde el sencillo pastoril, hasta el lírico y épico sublimes. Pero todo bajo formas extrañas para nosotros, que por muchos siglos hemos marchado como encajonados entre los valladares que levantan los serviles imitadores de los griegos. El estilo varía según la diversidad de autores, según su carácter y condición social; pero en todos hay una vehemencia y energía de pensamientos que raya muchas veces en dureza; en todos sencillez y lisura en la frase, y un raudal impetuoso de incierto y revuelto giro en la fantasía, que obliga al poeta a adoptar ya el estilo narrativo, ya el dramático, con transiciones bruscas y repentinas. Por último, distínguese la poesía hebrea en la magnificencia de sus ideas y en la estructura del verso y de la sentencia.

Aún no se ha podido averiguar con seguridad la índole particular de su prosodia y metrificación; y como quiera que carezcamos de pauta segura en la pronunciación de sus palabras y entonación de las sílabas, es muy fácil sin embargo distinguir los libros poéticos entre los prosaicos de la Biblia, no sólo por su estilo, sino también por el corte de sus períodos.

Los hebreos cantaban en el templo sus himnos o salmos a coros: uno de éstos entonaba la mitad de la estrofa, y el otro la cerraba cantando la otra mitad. El primero emitía un concepto, una sentencia, y el segundo la repetía con distintas palabras, la amplificaba, o bien por antítesis presentaba en contraste un pensamiento opuesto.


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Artículos periodísticos

  • Autor:
    Francisco Navarro Villoslada

  • Código del producto: 711
  • Colección: Relatos cortos
  • Categoría: Economía, finanzas, empresa y gestión, Ficción y temas afines, Industria y estudios industriales, Ficción: general y literaria
  • Temática: Ficción moderna y contemporánea: general y literaria, Noticias y periodismo
  • ISBN:
  • Idioma: Español / Castellano