• Informe fiscal
Informe Fiscal en el expediente formado por queja de varios individuos de la Real Universidad de Salamanca contra el Colegio y maestros de Filosofía de ella.

Informe producido por el Sr. fiscal del Real y Supremo Consejo de Castilla, en el expediente formado por queja de varios individuos de la Real Universidad de Salamanca contra el Colegio y maestros de Filosofía de ella.

El fiscal del Consejo D. Juan Pablo Forner ha visto el expediente relativo al Colegio de Filosofía de la Universidad de Salamanca con los antecedentes unidos a él y dice: que los disturbios que se experimentan en aquella Escuela, traen más alto origen del que aparece en este incidente, el cual no es otra cosa en sustancia que un efecto notorio de la insuficiencia de las leyes escolásticas dictadas hasta ahora, no solo a la Universidad de Salamanca, sino a las demás del reino, en las cuales al poco más o menos hierven las mismas desavenencias, y yace la enseñanza, pública sujeta al desorden y perplejidad que causan las facciones, bandos y partidos en que por el interés y por el diverso modo de pensar se hallan divididos los profesores. El fiscal, conociendo la grande importancia del asunto y su conexión íntima con los cimientos de la felicidad pública, procurará subir a las fuentes del mal, y poniéndolas a la vista del Consejo unirá sus conatos a los del supremo y sabio tribunal, para que de una vez se dicten a los Estudios reglas sólidas y fecundas, con cuya observancia renazca el lustre de nuestras letras y reproduzca la especie de aquellos hombres inmortales que esclarecieron a toda Europa y que formaron las épocas más gloriosas de nuestra historia literaria.

Las universidades de España florecieron en el siglo XVI con el esplendor admirable que aun hoy se deja conocer en los escritos de sus grandes maestros. Salamanca, Alcalá, Valladolid, Valencia fueron el verdadero taller donde se labraron todos los sabios de que hoy nos gloriamos tanto y de cuya ciencia y doctrina hacemos justamente la más alta estimación. Admiramos en estos hombres célebres, no sólo la extensión y solidez de las doctrinas, no sólo la fertilidad del talento, no sólo la abundancia de erudición, sino también los accidentes externos, que uniendo el buen gusto a la sabiduría dan a cada ciencia el decoro y temple que la corresponde y apartan de ella y de su tratamiento la fealdad y futilidad, la barbarie y la impertinencia. Sin dejar de ser escolásticos fueron los teólogos de aquel tiempo bellísimos humanistas, escribían no sólo con propiedad, sino con elocuencia, y dedicados a interpretar las Santas Escrituras, estaban altamente persuadidos de que el autor de toda perfección o por mejor decir, la perfección misma única y esencial, no podía adoptar como intérpretes de su voz a los que la declarasen con lenguaje bárbaro, o la ofuscasen con sutilezas ridículas. Los juristas, émulos esclarecidos de los Celsos, Scevolas y Papinianos, entraban a los misterios del Derecho por las puertas de las Artes auxiliares o instrumentales, que regulan el juicio y hermosean la locución. Así fueron excelentes críticos, filósofos juiciosos, elocuentes oradores, políticos atinados, eruditos con sobriedad en todo aquello que se necesitaba para entender bien las leyes de Roma y aplicarlas a nuestras costumbres. Los médicos formaron positivamente el escuadrón más culto y más sólido que en aquellos tiempos se vio salir de nuestras escuelas; profundamente doctos en la lengua de Hipócrates, y ayudados del estudio de las ciencias naturales, comunicaron a Europa el verdadero método de estudiar y profesar la Medicina. Hubo entonces, atendidas las luces de aquel tiempo, admirables filósofos, que sin dejar de ser aristotélicos, abominaban de la barbarie árabe-escolástica e imitaban al príncipe de su secta; no sólo en la cultura y exquisito modo de tratar la Filosofía, sino también en una libertad juiciosa que no se esclavizaba servilmente a las opiniones de Aristóteles. Hubo grandes matemáticos que supieron dar aumentos a la Astronomía y a la Náutica, y tanto que a no haber existido, acaso no conociera aún Europa el Nuevo Mundo, en fin, filósofos estupendos, que han podido dar envidia a Lysipo y mucho que hablar a los mayores de toda Europa. Tal era el fruto que produjeron nuestras universidades desde los memorables días de Fernando el Católico hasta los débiles y desmayados de Felipe III, frutos debidos únicamente al estudio de las lenguas sabias, de la crítica y de la sana filosofía, que desechando las rudezas del siglo XIII, restablecieron la elocuencia y amenidad de los estudios, cual se profesaban en Grecia y Roma.


Escribe un comentario

Nota: El HTML no se traduce!
    Malo           Bueno
Captcha

Informe fiscal

  • Autor:
    Juan Pablo Fourner

  • Código del producto: 692
  • Categoría: Sociedad y ciencias sociales, Política y gobierno
  • Temática: Administración pública
  • ISBN:
  • Idioma: Español / Castellano