-La víctima está dentro de aquel coche rojo-.

Llegados a comisaría no dejó de parecernos sospechoso. Se trataba según se había identificado de un Capitán del Ejército.

Era normal que pensaran que yo la había matado. Era su principal sospechoso y todas las pruebas empezaban a apuntar claramente contra mí.

Cuando apareció en la puerta y contempló la escena le pregunté: -¿Esto qué es?-. Y ella respondió: -Un amigo-. Mi mundo había descarrilado para siempre.

Me llamó la atención un ajedrez colocado en la mesita. Las piezas colocadas en una partida a medio jugar, y solo unas pocas figuras fuera del tablero... A quién le tocaba mover, no podría asegurarlo en este momento.

La señorita Blanca se presentó en comisaría y resultó un espectáculo. Aquel largo pelo rubio y aspecto despampanante, realmente atraía las miradas de la gente y sobre todo de los hombres.